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La educación como legado

Actualizado: 20 may

Hace más de 17 años, tuve mi primer acercamiento con Or Hajayim, el cual estuvo marcado por la curiosidad y el respeto, sentimientos que, con el paso del tiempo, evolucionaron hasta hacerme comprender mi misión: acompañar a los alumnos en su crecimiento personal y académico, brindándoles una educación rigurosa, a la vez que significativa y formativa.


Como pedagoga, maestra y terapeuta, dos figuras judías han dejado huella en mi vida: Sara Schenirer y Viktor Frankl. Ambos, desde sus propias luchas, demostraron que la adversidad puede impulsar el cambio cuando hay resiliencia y voluntad.


Educación como herramienta de transformación: Sara Schenirer


Mi primer acercamiento con la historia de Sara Schenirer fue en una visita al museo CEM – Centro de Estudios Multisensorial. Entre pasillos llenos de historia y sensibilidad, escuché a Raquel Cohen narrar apasionadamente su vida y sus logros, lo que despertó en mí una curiosidad incontrolable por conocer más sobre ella.


Schenirer, nacida en 1883 en Cracovia, Polonia, vivió en una época en la que la educación formal para las mujeres judías era escasa, prácticamente impensable, y donde el estudio de la Torá estaba reservado mayormente para los hombres. Sin embargo, ella reconoció lo que muchos ignoraban: la necesidad urgente de que las mujeres también tuvieran acceso a la educación, no solo para su desarrollo personal, sino también para el fortalecimiento de su comunidad.


Fue así como, a inicios del siglo XX, fundó la primera escuela Bais Yaakov, dando inicio a un movimiento que cambiaría para siempre la historia de la educación judía femenina. Pero su impacto trascendió más allá, al perpetuar el sueño de una educación en la que el conocimiento estuviese al alcance de todos, sin comprometer la identidad ni los valores, y con respeto a la esencia de cada individuo.


Conocer su historia me llevó a observar la educación con mayor sensibilidad y a reafirmar mis ideales de inclusión. Me sigue asombrando cómo Bais Yaakov se mantiene como un pilar fundamental en la comunidad judía a nivel mundial. Esta inspiración me motiva a construir espacios educativos que respeten y potencien la singularidad de cada individuo, asegurando que nadie quede excluido del derecho a formarse y crecer.


Encontrar sentido en la adversidad: Viktor Frankl


Uno de los momentos más trascendentales de mi vida fue el nacimiento de mi hijo Leonardo en 2012. Al recibir la noticia de que tenía síndrome de Down, mi mente se debatía entre el miedo y la esperanza. Pasé noches en vela y me pregunté muchas veces: “¿Por qué a mí?”. En ese momento, mis años de estudio y experiencia en educación no me daban respuestas. Sin embargo, en medio de esa oscuridad, las ideas de Viktor Frankl me dieron luz.


Frankl, psiquiatra, neurólogo y sobreviviente del Holocausto, dejó un legado profundo en la psicología y la filosofía de la resiliencia. Nacido en Viena en 1905, desarrolló la logoterapia, una escuela de pensamiento que sostiene que el sentido de la vida es la clave para superar el sufrimiento. Esta idea surgió de su experiencia en los campos de concentración nazi, especialmente en Auschwitz-Birkenau, donde perdió a su familia, pero encontró un propósito incluso en medio del horror.


Su legado me permitió replantear mis preguntas. En lugar de “¿Por qué a mí?”, empecé a preguntarme “¿Para qué a mí?”. Entendí que, aunque el diagnóstico de Leonardo cambiaba muchas cosas, también me brindaba la oportunidad de aprender, crecer y transformar mi percepción sobre la vida y la educación.

A partir de entonces, comprendí que el alcance de la educación va más allá de la transmisión de conocimientos y que, desde mi rol, puedo ayudar a las personas a encontrar su propósito, su sentido y su propio motor.


Un camino hacia la resiliencia


Como Schenirer, creo profundamente que la educación diferenciada, la inclusión y la personalización del aprendizaje forman parte de un mismo ideal: asegurar que cada alumno encuentre su propio camino y que todos tengan la oportunidad de desarrollarse en aquello que los hace únicos.


Frankl, por su parte, me enseñó que la educación y el propósito pueden cambiar el destino de una persona. En cada estudiante que acompaño, en cada familia con la que trabajo y en cada nuevo reto, existe la oportunidad de seguir construyendo un mundo donde cada individuo pueda descubrir su propio sentido y alcanzar su mayor potencial.

Tanto Viktor Frankl como Sara Schenirer han sido guías en mi camino, iluminando mi labor como educadora, madre y terapeuta. Para quienes forman parte de la comunidad judeo-mexicana, les comparto mi más profunda convicción: la educación es la herramienta más poderosa y mi deseo es que cada niño y joven que pase por nuestras aulas encuentre la inspiración para descubrir y elegir su propósito en la vida, crecer y soñar sin límites.


Considero fundamental que las nuevas generaciones estén en contacto con el legado de personajes como Schenirer y Frankl, ya que su testimonio nos enseña que la resiliencia no es solo resistir, sino transformar y dar significado a las dificultades.

Por último, me gustaría añadir que, para mí, Or Hajayim es un recordatorio de que la educación es dinámica: un proceso vivo que debe evolucionar sin perder su esencia. Así como Schenirer revolucionó la educación femenina sin apartarse de los valores judíos, creo que nuestro reto actual es integrar la tecnología, la personalización del aprendizaje y la inclusión educativa sin perder de vista los principios que nos sostienen.


Por: Mtra. Liliana García Bautista

Coordinadora académica de Secundaria y CCH del Colegio Or

Hajayim


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