Selijot en OH
- Sharon Jrade

- 9 oct 2024
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 10 abr
Elul, el último mes del calendario judío, es mucho más que una simple transición hacia un nuevo año; es un tiempo de profunda introspección, preparación espiritual y arrepentimiento. Nos invita a hacer una pausa en medio de la vida cotidiana para reflexionar sobre el año que ha pasado y prepararnos para Rosh Hashaná y Yom Kipur. Este mes nos anima a fortalecer nuestra relación con quienes nos rodean y con nuestro Creador, identificado con la frase “אני לדודי ודודי לי” - "Yo soy para mi amado y mi amado es para mí".
Entre las muchas formas de prepararse espiritualmente, Selijot ocupa un lugar especial en Or Hajayim. La oración de Selijot se recita durante Elul, enfocada en pedir perdón a Hashem y en despertar el corazón y el alma para la Teshubá, el arrepentimiento. La tradición de Selijot en Or Hajayim ocurre al amanecer, cuando alumnos de todas las edades llegan voluntariamente antes del horario habitual de clases. No importa el frío ni la hora temprana; una profunda motivación impulsa a cada uno a acercarse más a la Torá y a su fe.
Al entrar al Midrash, durante Selijot, los murmullos y cánticos del rezo llenan el ambiente. Es un lugar acogedor, donde todos, alumnos y tutores, se reúnen bajo el manto de las primeras luces de la mañana, creando una atmósfera que nutre el alma y enciende una chispa de esperanza. "No hay mejor manera de empezar el día", comenta a mi lado mis amigas, "que conectándonos de esta manera. Es algo que me impulsa a ser mejor". Otra menciona: "Es como si el frío desapareciera cuando estamos todos aquí, rezando juntos".
La culminación de este esfuerzo llega en una actividad especial en La Marquesa, uno de los eventos más esperados del año. Muy temprano, antes de que el sol despierte completamente, alumnos, morim y morot partimos juntos para recitar Selijot en contacto directo con la naturaleza. Rodeados de árboles y bajo un cielo que comienza a iluminarse, los estudiantes sienten que el mundo creado por Hashem cobra vida a su alrededor. Cantan y rezan como uno solo, cada voz contribuyendo a un himno colectivo de gratitud y humildad. "En ese momento, sólo existimos nosotros, el mundo que Hashem creó, y esa conexión sagrada", describen emocionadas.
Por: Sharon Jrade









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