Or Hajayim: una escuela única

Llegué a la Or Hajayim por invitación de miembros distinguidos de la comunidad escolar. Después de haber visitado cientos de escuelas en el mundo, de países de alto desempeño educativo, mi experiencia al ingresar a esta escuela ha tenido muchas notas nuevas y asombrosas.

Cada vez que ingreso a la escuela, pauso por unos momentos, respiro lentamente y trato de percibir el ambiente de aprendizaje porque, como diría el profesor Howard Gardner de la Universidad de Harvard, el clima escolar “está en el aire”. Mis experiencias y recorridos en tantas escuelas del mundo y México han desarrollado en mí una especie de intuición que me permite respirar la calidad humana de cada plantel y, con ello, percibir, sin ni siquiera platicar con los directivos o docentes, el ambiente escolar. Mi sensación en Or Hajayim siempre ha sido positiva, relajada, amigable, cercana.

Or Hajayim tiene caminos por recorrer y algunas áreas de oportunidad, pero algo que en abundancia tiene, sin duda, es calidad humana y entusiasmo por mejorar. Or Hajayim, por supuesto, tiene grandes desafíos; es varias escuelas en una misma. Es una escuela que tiene una profunda raíz religiosa judaica, que ancla todo su quehacer en los principios y valores propios y universales del judaísmo; es una escuela que asienta su crecimiento sobre el cimiento de una comunidad comprometida con sus hijas y sus hijos, que son el futuro de su comunidad; es una escuela académica que busca el brillo de todos sus estudiantes en todas las áreas del aprendizaje, sin descuidar ni un ápice su vocación judía; es una escuela inclusiva porque escucha a cada niña, niño y joven, con el apoyo de sus padres, para adaptarse a sus ritmos, intereses y talentos de aprendizaje; es una escuela abierta al mundo, porque prepara a sus estudiantes no solo para vivir una vida íntegra, sino también para compartir con los demás y transmitir sus valores y principios; en suma, es una escuela que abreva de su historia como un gran legado a sus principios y costumbres, pero también emprende un vuelo para que cada estudiante alcance el mejor despliegue de sí.

Justo ahora mismo, Or Hajayim está inmersa en un sólido esquema de reflexión para afinar su modelo educativo, el cual toma lo mejor de los modelos educativos pedagógicos y prácticos del mundo, siempre dentro de un marco de valores y principios que determina su mandato moral judaico y que enfoca su proyecto curricular en cuatro pilares: ¿quién soy? ¿Qué pienso? ¿Qué hago? y ¿cómo convivo?

Por todo ello, Or Hajayim es única. Su modelo educativo es vivo porque cambia para mejorar y para adaptarse a un mundo complejo, ansioso, incierto, desafiante, digital y tecnológicamente asombroso, que avanza más rápido que las ciencias de la educación. Por ello, lo que Or Hajayim hace es preparar a los niños y jóvenes no para memorizar más, sino para aprender más; para desarrollar un menú de habilidades que les permitan enfrentar un mundo que cambia a tasas más rápidas de lo que cambian las escuelas. Los egresados de Or Hajayim deben estar parados, con pies firmes—lo que les da el judaísmo—, con actitud reflexiva, lo que les da un modelo que enfatiza habilidades más que conocimiento memorístico, con mente creativa, lo que les da un clima de aula y de escuela abierto al diálogo, a las ideas y curiosidades de los niños y jóvenes, con clases activas, no aburridas, inspiradoras, con espíritu comunitario, lo que les da un entorno humano cordial, con adultos que están al pendiente de los intereses y necesidades de sus estudiantes. Pero nada de esto es posible sin la simpatía, cariño, acompañamiento de los padres y madres de familia, de la familia entera de cada uno de los estudiantes, que entienden que lo que pasa en el hogar es más importante que lo que pasa en la escuela, que la comunicación entre el hogar y la escuela es crucial para un ambiente sano en lo conductual y académico, y que la confianza que los padres y madres de familia depositan en la escuela es fundamental para que la escuela pueda hacer bien su trabajo.

Todo esto he vivido y aprendido de Or Hajayim: el espíritu comunitario está en el aire; el humanismo y dedicación están en su cuerpo directivo, con el liderazgo incansable y entusiasta de un Rabino que, sin parpadear un momento, une los mundos del judaísmo con la academia; con la entrega de sus tres directoras de sección, que conocen la escuela hasta el último centímetro y la viven en carne propia; él y ellas no vienen a la escuela, viven en la escuela, dentro y fuera de ella, atendiendo los miles de temas de la cotidianidad que requieren una atención inmediata y pausando para reflexionar con calma los cambios académicos para colocar a Or Hajayim por un sendero todavía de mayor calidad académica. Y siempre, la respuesta a mis múltiples preguntas y exigencias es amable, con una interacción auténtica, donde constantemente les recuerdo que lo urgente no debe comerse a lo importante.

Las maestras y maestros de la escuela andan de arriba para abajo todo el tiempo; y he observado que los directores interactúan con puertas y actitud abiertas; y si no lo hacen, bueno, el director general se los recuerda, a veces, con fuerza y a veces con delicadeza, como son las cosas en todas las escuelas.

En suma, el modelo curricular que se desarrolla y empieza a implementar en la escuela busca:

• Afianzar el judaísmo

• Convertir todas las sesiones de clase bajo el esquema de didáctica activa, donde todos los estudiantes tienen la oportunidad de participar con sus opiniones, contribuciones, ideas e intereses

• Enfatizar las habilidades y destrezas sobre memorización para enfrentar un contexto social cambiante e incierto, de tal manera que los estudiantes sean capaces de administrar su proceso de aprendizaje durante toda la vida

• Procurar un ambiente que promueva la creatividad con medidas didácticas y pedagógicas como apertura mental, ensayo y error y aprendizaje basado en proyectos

• Asegurar calidad y profesionalismo docente que coloque el bienestar y desarrollo de los estudiantes en el centro de la atención e interacción con sus maestros

  
  

Por: Eduardo Andere M.