Un viaje transformador a Polonia e Israel nos recordó que educar es también tocar el alma. Esta travesía fue un encuentro con la memoria, la identidad y el compromiso, que fortaleció nuestras raíces y reafirmó nuestro orgullo por el judaísmo y el pueblo de Israel. Volvemos distintos, con la promesa de ser testigos, transmisores y constructores de un futuro más justo y profundamente judío.